Después de los Aquilianos viene bien unos días de descanso. Por otro lado, tengo la idea de ir a ver la Travesera que me ronda desde hace mucho tiempo pero la predicción es bastante mala y al final descartamos ir al Collado Valdominguero para animar a todos los que por allí pasarán.
Por otro lado, mi compañero de mil batallas, Avelino, emplea el día para descansar porque mañana le toca el maratón de Toral de los Vados y tiene que reservar todas las fuerzas para conseguir bajar de las 3horas.
Así que decido salir con Sara y Sandra para dar un ligero paseo por el bosque y con la disculpa de enseñarles nuevos trazados. Salimos andando para combatir su curiosidad corredora que se va despertando en ambas pero las ganas nos puede a todos y acabamos corriendo.
Para mi supuso un buen calentamiento para lo que me tenía preparado a mi mismo sin saberlo. Mi yo interior me equipó de la mochila que suelo llevar en largas tiradas y de carga de líquido para ello, antes de salir de casa.
Así que, después de embocarles a Sara y Sandra el camino de regreso al pueblo a través de la zona conocida como Villarinos tras 8km muy reconfortantes me dirijo hacia la Marrionda con la idea de ir lo más directo posible hacia la cumbre del pico Polvoreda. Pero observo que la niebla ya está demasiado baja como para afrontar una ascensión al pico con seguridad pero como a veces no somos conscientes de estas cosas decido sin más, subir sin pensármelo dos veces. Es lo que se conoce como la fiebre de la cima, la que me arrastra através de la espesa niebla y que parece que adivina mis intenciones de vencerla a pesar de su arrogante apariencia. Juega la espesura frente al conocimiento, la frialdad frente al calor del riesgo, siempre cara a cara hasta llegar arriba del todo, donde la partida no ha hecho más que empezar, es cuando te das cuenta, cuando miras hacia abajo y no ves ni a 5 metros, ahora toca jugar frente al ¡ya te lo dije!, ¿porque me he metido yo en esto?, pero ¿que coño haces, gilipollas?. Es cuando te das cuenta que la victoria está ahí abajo. La niebla no tiene muchas ganas de levantar y por contra mis ganas aumentan, es curioso como el autocontrol se empieza a poner en duda y es aquí cuando tenemos que coger el toro por los cuernos y ser conscientes que un paso en falso o un descuido en la selección del trazado puede echarte al traste una buena jornada montañera. Pero es verdad, que conozco bien el pico, es verdad que probablemente más de 50 ascensiones y sus bajadas me contemplan, pero no son suficientes para no caer en la tentación.
Hay que ser conscientes que una sola vez es necesaria para liarla y podía ser hoy, asi que, manos a la obra y a poner todo el conocimiento como ingrediente básico en esta receta que me llevará al postre deseado de llegar a la falda de la peña donde estoy seguro que la niebla dejará paso al pretendido valle. Y así fué, poco a poco los hitos iban asomándose a mis pies y mi queridisma Escobosa ya reinaba ante mi, así que, me encontraba fuerte de nuevo y mis ganas hicieron continuar y pensar en nuevos proyectos para hoy.
Hay que ser conscientes que una sola vez es necesaria para liarla y podía ser hoy, asi que, manos a la obra y a poner todo el conocimiento como ingrediente básico en esta receta que me llevará al postre deseado de llegar a la falda de la peña donde estoy seguro que la niebla dejará paso al pretendido valle. Y así fué, poco a poco los hitos iban asomándose a mis pies y mi queridisma Escobosa ya reinaba ante mi, así que, me encontraba fuerte de nuevo y mis ganas hicieron continuar y pensar en nuevos proyectos para hoy.
En Valmerín, pongo rumbo hacia el pueblo de Correcillas, bebo un poco de agua de su fuente, llega un ciclista, charlamos un poco y después, decido cual va a ser la ruta para hoy.
Observo el GPS, 16km marca y hago un repaso de fuerzas, ESTADO: Genial. No quería volver por la carretera como es obvio, así que, la cabeza comienza a dibujar nuevos trazados y el premiado es... continuar por el camino que me llevará casi hasta Aviados y una vez en el alto de la Lomba dirigirme al oeste hacia la zona que se conoce como Valdesalinas.
Todo este recorrido se me hace un poco largo, miro el reloj y observo que se me hace tarde así que, decido desviarme por el paso del Cueto Salón, subo corriendo casi todo el tramo, comienza a llover, me pongo el chubasquero, sigo andando hasta arriba. La rodilla me molesta, pongo en ON el MP3 y suena Rihanna, bajo como un rayo. Gracias, maja, por llevarme a casa.
Casi 30km y 2000 m. de desnivel positivo no están nada mal.
Observo el GPS, 16km marca y hago un repaso de fuerzas, ESTADO: Genial. No quería volver por la carretera como es obvio, así que, la cabeza comienza a dibujar nuevos trazados y el premiado es... continuar por el camino que me llevará casi hasta Aviados y una vez en el alto de la Lomba dirigirme al oeste hacia la zona que se conoce como Valdesalinas.
Todo este recorrido se me hace un poco largo, miro el reloj y observo que se me hace tarde así que, decido desviarme por el paso del Cueto Salón, subo corriendo casi todo el tramo, comienza a llover, me pongo el chubasquero, sigo andando hasta arriba. La rodilla me molesta, pongo en ON el MP3 y suena Rihanna, bajo como un rayo. Gracias, maja, por llevarme a casa.
Casi 30km y 2000 m. de desnivel positivo no están nada mal.
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