5 de agosto de 2008

Mont Blanc Día 5

Dia 5. 
La madruga' de cumbre.


Una temprana y ligera cena, nos coloca en un ambiente raro y distinto. Son las ocho de la tarde y nos retiramos a nuestros aposentos. Se respira nerviosismo en el ambiente, la gente hace corrillos murmurando y pensando que pasará mañana? El frío que hemos pasado toda la tarde nos obliga a meternos rapidamente en el saco, mientras los últimos rayos de sol, entran por el ventanuco del refugio. Ya no hay vuelta atrás y el momento que tanto hemos soñado en los últimos meses ahora se distanciaba de un simple abrir y cerrar de ojos, o al menos eso pensábamos nosotros. De pronto comienzan los primeros envites de la altitud. Algunos empiezan a sentir los mareos, a otros el insomnio no les deja descansar, se suceden los comentarios , todos sabemos lo que sucede pero la cumbre se siente muy cerca como para abandonar ahora.

Nosotros nos motivamos y realizamos un chequeo informal y muy personal, susurrandole, le digo: Chema, como estás?, bien y tú. Yo me encuentro perfectamente, durmamos un poco.....

En estas circustancias la verdad, poco se puede dormir. En cualquier caso duermo una ligera siesta y al despertarme, me siento, repuesto y con energías renovadas. Chema, sin embargo, no ha podido dormir del todo, en fin, van pasando las horas y comenzamos a sentir a los más madrugadores, parece que la hora está cerca, a la 01:30 horas nos dan el desayuno y hay que empezar a prepararse. Una noche fría y negra nos espera ahí fuera.

Chema en la cumbre del Mont Blanc 4.810 m.

Durante el desayuno nos reunimos los españoles que habíamos hecho una piña durante la tarde, gente de Bilbao, Burgos, león y Tarrasa "desayunamos"  juntos y vemos como se suceden los preparativos para comenzar a subir. Me fijo en un cartel que hay encima de la puerta de la cocina "aproximadamente unas 5 horas" tienen calculado de media llegar a cumbre. Mientras en la puerta de la cocina nos indican la predicción del tiempo evaluada en los últimos minutos, muy frío y cubierto, con rachas de viento de aproximadamente 60km/h.

El panorama ahí arriba, no pintaba nada bien. Salimos del refugio para ir al refugio anexo en el que habíamos dormido y recuerdo que el frío se me metió en los huesos, el viento ascendía con rapidez y nos traía "susurros " de la gente que se encontraba abajo en el valle. Una sensación extraña me invadió, tenía claro que me iba a meter de nuevo en el saco. Quería coger calor, no pensaba en otra cosa, asi que, decidimos esperar y quedarnos en el vagón de cola de esa serpiente larga y sinuosa.

Va pasando el tiempo y pocos quedamos en el refugio, ya no podemos esperar más y decidimos levantarnos para iniciar los preparativos. Cuando queremos darnos cuenta, el tiempo va pasando demasiado deprisa, alguién está dando vueltas al reloj, que sucede???? Es increible, por arte de magía ha pasado más de una hora y no nos hemos dado cuenta. Son casi las 4'30 de la madrugada y estamos aquí abajo todavía. Vamos Chema, vamos, que la cumbre me llama, vamos Chema, que la montaña me lleva....


 Javi en la cumbre del Mont Blanc 4.810 m.


Al salir del amparo del refugio comienza una rampa helada que te lleva directamente a la arista, comienzas a sentir la soledad, el frío, la oscuridad, pero al mismo tiempo, miras hacia adelante y ves la serpiente iluminada, que te reconforta, mientras veo también a mi arnés con la cuerda que me une a mi compañero; es un sentimiento extraño. Estamos ascendiendo la cima del Mont Blanc. Por un momento te sientes montañero, y te pones en el mismo lugar que todos tus ídolos, cuando al leer sus crónicas de ascensión a las cumbres más altas y peligrosas del planeta, piensas en estos momentos de dura lucha, en la negra noche helada. Ahora somos nosotros, por fin, lo estamos viviendo, pase lo que pase y hagamos lo que hagamos, este momento es único y hay que exprimirlo, disfrutarlo al máximo.

Las rampas a la Dome de Gouter comienzan rapidamente, pero no nos importa, nos sentimos fuertes, indómitos, salvajes, a partir de ahora todos los trances con el mal tiempo, las aristas, las famosas jorobas, las vamos salvando sin saber muy bien donde estamos, nuestro único deseo es llegar arriba. Preguntamos cuanto queda, ahí cerca, nos responden, ya estamos en la antecima, de pronto, no hay más la niebla se confunde con el suelo.

Después de todo un año de preparación, esfuerzo y sufrimiento, nuestro sueño e ilusión por llegar a lo más alto, se ve recompensado a las 9:35 horas de la mañana del martes 5 de agosto del 2008.

Desde el inicio de la ascensión, paso a paso, fuimos restando metros a su cumbre. Nos acercábamos tímidamente a sus estilizadas aristas, a sus vertiginosos precipicios, dispuestos a robar por unos instantes, cada palmo de esta montaña, para devolverlos en la bajada y dar las gracias por permitirnos ser cómplices de tu grandeza.


Chema y yo, al bajar de cumbre en 
el teleférico de Bellevue.


GRACIAS


Por que, en un instante de tu historia, dejaste que dos leoneses disfrutaran de ti y nos diste la tregua necesaria para poder bajar y contarlo.



Ruta realizada en la vertiente 
francesa, vía Gouter.

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